La Mtra. Bribiesca me llamó y me dijo: si vuelvo a notar una actitud como la que tuviste hoy, ya no te quiero ver en clase, sino en extra
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¿Por qué decidió dedicar su vida a la Historia?
Desde joven me gustó la historia, creo que fue una cuestión de vocación. Cuando estudiaba en la preparatoria, no estaba completamente convencido, pues ninguno de mis compañeros iría a Humanidades, así que me tomé muy en serio la oportunidad de entrar a Historia; investigué cuáles son los perfiles y en qué consistía.
Antes de iniciar la carrera no había leído tantos libros de historia; sin embargo, esos textos bastaron para darme cuenta que aprender sobre ella era un placer, entonces decidí dedicarme a algo que me gustara. Normalmente a un empleo le destinas seis, ocho o diez horas diarias y si no te agrada, puede ser la mayor fatalidad en tu vida. Aunque otras profesiones tampoco se me dificultaban, en la carrera de Historia tenía la oportunidad de trabajar y dedicarme a lo que me apasiona.
¿Qué materia imparte dentro de la licenciatura en Historia?
Las unidades de aprendizaje que imparto son Teoría de la historia i; Teoría de la historia ii; Historia de la Edad Moderna, que doy desde hace diecisiete años; Historia del arte en México; Análisis y procesamiento de la información, la cual comencé a enseñar aproximadamente en 2010, y Proyecto de investigación enfocado en historia del arte.
¿Cómo fue en su época de estudiante universitario?
Sinceramente, era un estudiante muy inquieto, estaba muy interesado en sacar el mayor provecho posible de lo que aprendía. Eso sí, los jueves o viernes me iba con mis amigos de ingeniería porque en la Facultad solo tenía uno que, por cierto, ahora es mi compadre. También tuve una novia, ella estudiaba Letras, esto me llevó a interesarme en la literatura y en la poesía.
Fui dos tipos de alumno: si me gustaba la materia, leía todo lo que me pedían, por lo cual les caía bien a los maestros, pero si no me agradaba el docente, podía ser odioso, leía más de lo necesario, entonces llegaba al salón con lecturas que el profesor no tenía y lo interrogaba; él podría no saber, y yo disfrutaba mucho ser así. No todos mis compañeros estaban de acuerdo con eso: no era el más popular, tampoco me llegaron a odiar.
La mayoría de los catedráticos me recuerdan por ser un estudiante con muy buenas calificaciones. Yo siempre fui perfeccionista en los exámenes y trabajos. Aun así, algunos docentes conocían otra parte de mi personalidad, por ejemplo, en la primera sesión de Paleografía yo me senté hasta adelante, me sentía confiado y dije: “¡ay, una materia más!”. Al final de la clase, la Mtra. Bribiesca me llamó y me dijo: “si vuelvo a notar una actitud como la que tuviste hoy, ya no te quiero ver en clase, sino en extra”. Casualmente, cuando ingresé a la administración, entré como su auxiliar en la coordinación. Hoy tenemos una relación muy agradable.
Recordando mi etapa de estudiante, yo no hubiera sido mi alumno favorito.
Hablando de su etapa estudiantil dentro de la licenciatura ¿cuál es el recuerdo que más atesora?
Recuerdo con mucho cariño al Dr. Jaime Collazo Odriozola y a la Mtra. María Eugenia Rodríguez Parra. De ambos aprendí a ser honesto profesionalmente, eso te hace sentir bien, deja más satisfacción que ir ganando en el virreinato glorias falsas. Tomar clase con el Dr. Collazo me marcó, me gustaba mucho su estilo informal: sin traje, contestatario, medio rebelde, leía y sabía muchas cosas. Me propuse ser un catedrático similar a él.

¿Podría contarnos algo que nos sorprenda de su personalidad?
Soy muy paternal. Llevo una vida bastante rutinaria. Cuando no estoy en la Facultad, estoy cuidando a mis hijos quienes me ayudaron a descubrir una parte de mí que no conocía y que disfruto. Me encanta dedicarme a ellos y verlos crecer. El aspecto de la paternidad lo comparto con el Mtro. Octavio Valdés; si nos encontramos en el patio conversamos como cualquier padre cariñoso sobre las actividades y el crecimiento de los niños.
Además de la historia ¿Qué le gusta al Dr. Carlos Ledesma?
El futbol, disfrutar con mis amigos las finales de la Champions League, esto ocasiona un problema con las clases que pueda llegar a tener en el horario de la tarde. También, me agrada el whisky, el rock y los conciertos; soy adicto al café en las mañanas y me encanta estar con mi familia.
¿Qué es lo mejor de ser profesor de Historia en esta Facultad?
Soy doblemente afortunado, en primer lugar, siempre me ha gustado dar clases. Enseñar historia es lo mejor que me pudo pasar, estar en un aula con personas que se van a dedicar profesionalmente a esta área aumenta mi alegría: estoy con personas que se interesan en las humanidades. Me agrada descubrir con los alumnos la formación humanística de un historiador, no estamos para juzgar, sino para explicar y comprender, esto nos permite manifestarnos de manera diferente en varios aspectos.
Desde hace cinco años soy profesor de tiempo completo, lo cual me permite dedicarme veinte horas a preparar mis clases y otras veinte horas a investigar sobre temas de historia que me apasionan. Mis ratos libres los aprovecho para actualizarme, seguramente los alumnos que tuve hace diez años no verían mis clases igual, aunque se mantienen algunos contenidos, siempre intento agregar información reciente.
Desde mi punto de vista, la literatura, la filosofía y la historia son tres formas diferentes de acercarte a una misma preocupación: el ser humano. Cada una de ellas te da la posibilidad de entender mejor a los demás y a ti mismo, de igual manera, desarrolla la empatía y te da la posibilidad de estar en el lugar del otro. Los humanistas tienen la condición de decir: “voy a saber más, e ignorar menos”.
La reflexión en torno al ser humano, sobre quiénes somos y cómo encontramos un camino a pesar de tiempos desesperanzadores nos da la oportunidad de replantear si las metas que en un principio te habías fijado son posibles o si son válidas. Por ello, lo mejor de dar clases en la Facultad de Humanidades es compartir el aula con personas que tienen la misma preocupación y pueden reflexionar sobre el conocimiento. Eso es un gran placer en todos los sentidos.