Estas son las calaveritas ganadoras. Te invitamos a leerlas.
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PRIMER LUGAR
El inglés en el panteón
Beatriz Rueda
Estaba en clase de inglés
Poniendo atención al verbo to be
Entro la calaca saludando en francés
Y yo me sorprendí
La teacher Betty amablemente respondió
Y la calaca se ofendió
La teacher Betty le dijo: “discúlpeme señorita calaca, esa no era mi intención”
Y la calaca le contestó: “de igual forma te llevare al panteón”
La teacher Betty se preocupó y se puso a llorar
Porque ella todavía no se quería marchar
Sin embargo, la calaca de alegría se puso a bailar
Y nosotros a la calaca le fuimos a reclamar
Le preguntamos: ¿Por qué te la quieres llevar?
Su respuesta nos sorprendió
Pues clases de inglés quería implementar
Porque en el panteón tenían muy mala pronunciación.

SEGUNDO LUGAR
Calaverita al Doctor Abraham Becerril
Elizbath Aislinn Martínez Carbajal
Estaba Becerril dando clases quieto,
Vino la flaca y se llevó su esqueleto,
La flaca burlándose del doctor,
En pleno panteón lo reto a disecar el oculomotor.
Abraham entusiasmado accedió y tomo el bisturí,
La flaca asombrada por su habilidad compuso un popurrí,
En el que le cantaba al esternocleidomastoideo,
Abraham terminó y soltó una carcajada de charlataneo.
Flaca, flaca, logré pasar tu reto, exclamó burlón,
La flaca movió su esternón,
Enfurecida lo miró, hablándole le informó:
“Deberé de llevarte por ser insolente”, Abraham se conformó.
Abraham descansa en el cielo, la deuda pagó.
A diario instruye a los ángeles sobre el neumogástrico,
A los que no aprenden el cráneo atormenta,
Con el plexo braquial se deleita.

TERCER LUGAR
¿Qué hizo López?
María Fernanda Mondragón Castillo
La calaca muy sonriente a UNSA tenía que llegar y aunque el Doctor López
dice que un poco loca está la flaca para nada va a protestar y al panteón se lo quiere llevar.
Estaba la muerte enfadada, el changarro le habían afectado, porque mi doctor adorado,
de sus garras me ha salvado, brincó, saltó y pataleo, pero ni así me ha llevado.
El doctor tiene fama de exigente, nadie quiere presentar el examen de anatomía que quiere aplicar.
Con huesos, músculos y Latarjet en la mano, la flaca se asusta de todo lo que nos ha enseñado.
La muerte buscando estaba y ni en aulas, ni anfiteatro lo encontraba.
Ni con Erick, ni con Izquierdo, se me hace que lo escondieron, y la muerte me repetía “hasta encontrarlo me quedo”.
Del cansancio la flaca se desmayó y en urgencias terminó, para su sorpresa
López apareció y la atendió.
La muerte agradecida saliendo del hospital venía con singular alegría y
concediendo lo que López le pedía.
Ella solo me decía, “con esta me despido, tomándome un mezcal pues me retiro de este hospital.
Todos los doctores descansan, ya vienen contentos, pues la flaca se cargó al que le hacía mil gestos.
Ya que la muerte no distingue sexo, color ni religión, porque, aunque uno al verla respingue no se salva del panteón.