Por: Jorge Gallarza
Karim Chergui es una de las voces españolas contemporáneas más interesantes, los temas en su poesía son el amor, cotidianidad, desolación, incertidumbre y el asombro. Entre sus obras destacan los siguientes poemarios: Jacques y el mar, La Nadia que no veis, y Blanca es la ausencia. Poco se conoce de su biografía, el testimonio que nos deja su persona lo podemos encontrar en su universo escritural que lleva como título El blog de Karim Chergui. El sujeto lírico emplea en los poemas el tono conversacional, se sincera y confiesa como una voz amiga con su lector.
Como ya se mencionó anteriormente el tópico del amor está presente en sus textos, de una u otra manera aparece retratado en imágenes preciosas, en Jacques y el mar (2014), por ejemplo, explora la idealización y búsqueda del ser amado.
La poesía de Chergui se sitúa en un contexto universal, se gesta en un ambiente en el que seguramente todos hemos estado, se abre paso en el día a día como una sombra, surge de la cotidianidad de la vida y proyecta todos sus rostros. Hablar del amor en estas condiciones será testificar a favor de la sorpresa, de la devoción a una imagen singular.
En el poema “Por eso” nos enfrentamos al discurso de un enamorado que cuenta gustoso lo fantástica que resulta la mujer amada, destaca las cualidades espirituales que la vuelven única:
Ella no es una chica espectacular, ella es sólo una chica normal que me flipa.
Porque ella no es campeona del mundo en nada
pero si la pienso fuerte le nacen tragaluces a los techos
y empiezan a moverse solos los columpios de los parques
y empieza a nevar sobre las playas
[...]
Por eso me flipa.
En primer lugar debemos prestar atención a la negación que aparece un par de veces: “ella no es”, no es espectacular ni campeona del mundo, es sólo una mujer como cualquiera, que para todos pasa desapercibida menos para el sujeto lírico, quien ha edificado en ella un templo sublime, luego, hay que destacar la capacidad de alterar el tiempo y el espacio como una muestra de que el ser amado lo puede todo gracias a nuestra idealización romántica. El texto sigue adelante con estos versos:
Porque ella mata a las rosas muertas
y hace lazos de cuello de cisne con las agujas del reloj
pero sus ojos no son como los de vuestras novias,
no son de azul laspilázuli ni verde jade,
son vulgares y marrones como los de cualquiera,
y sin embargo cuando ella me mira, me suena La Marsellesa por dentro,
me mira y me ve más valiente que el trueno,
aunque es ella la inconsciente que vuela sin tren de aterrizaje,
kamikaze perdida, hacia mí, [...]
Notamos inmediatamente la referencia de la singularidad, expone las razones por las cuales aquella mujer es especial, en esta ocasión observamos que los rasgos físicos no son importantes, lo que detona el sentimiento y la pasión es la transparencia, la manera en que el amor la vuelve única. Estas palabras nos recuerdan al “Poema 1” de Oliverio Girondo cuya intención discursiva es la misma:
No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible – no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa.
Sin embargo, aquí la mujer amada no tiene nombre, lo que sí tiene es esa capacidad de enamorar tan locamente a nuestro sujeto lírico. Nuevamente esa sentencia de negación: “no es”, para decirnos que sí es de esta otra manera, como él la inventa. Continuando con la lectura se introduce una segunda voz que corresponde a la de ella: “yo antes no era así, me dice,/pero entonces/tú”, que reafirma la existencia de la amada como un constructo del ideal amoroso. En los siguientes versos hallamos una reflexión en la que se habla del ser real, inmediato:
Porque tiene todos los defectos de la mujer verdadera
pero ni un solo lunar por debajo de la clavícula,
os lo juro, ni uno solo,
os lo digo yo, que los he buscado con lupa y cartabón,
con mapas y sextantes,
y he encontrado a cambio
las huellas de la vida en su piel,
trazos minúsculos de ruedas de bicicleta en sus muslos,
piel de naranja en sus nalgas
que me dicen
yo sólo soy real.
Por eso me flipa.
Porque es el mar que no cesa.
Porque la miro y pienso
que quién quiere princesas
quién quiere trenzas de arcoíris
quién amores de gominolas,
cuando tiene delante los defectos de la mujer cierta
que llora y sangra y suda contigo
las batallas que en tantas otras ocasiones perdimos
pero que quizás, sólo quizás,
esta vez
no.
El sujeto lírico descubre que la belleza de aquella mujer que le flipa radica en lo imperfecto, se consagra en lo natural, en lo común. Ha singularizado al ser amado por medio de la fascinación y el sentimiento puro. Podemos sentenciar ahora las palabras de Nietzsche que dicen: “De palabra en palabra, me canso de decir de otro modo lo que es propio de mi Imagen”. El tema de la singularidad es tratado de una manera sublime, es decir, nos encanta leer que lo importa en las cuestiones amorosas es la ebullición de emociones y sentimientos que provoca una presencia sin la necesidad de ser rimbombante. El ser amado es especial porque nosotros lo dotamos de las cualidades más importantes para que subsista en el espacio y el tiempo como una presencia sentimental, incluso poética.
La poesía de Karim Chergui vale la pena, nos hace redescubrir un mundo que está dotado de paisajes increíbles pero que se han perdido en una vista rutinaria, le pone el color al aburrimiento para que el amor y la vida se vistan de frescura y nos asombren por cualquier lado, a cada instante.