Por: Jorge Gallarza
La poesía de Oliverio Girondo nos encanta porque es irreverente, irónica y aniquiladora. Nos encontramos con una obra breve pero de gran valor que en cada texto nos entrega imágenes geniales. Es bien sabido por sus lectores que Girondo fue enemigo de la poesía tradicional, su interés siempre estuvo en hallar una poesía fresca, que revolucionara el lenguaje y la metáfora.
Podríamos dividir la obra poética en dos etapas: la primera abarcaría sus dos primeras publicaciones que son Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922)y Calcomanías (1925) como apuntes de viaje, aquí encontramos poemas que exponen y critican a la sociedad que entra a la época moderna. La segunda comprende sus publicaciones de madurez que son Espantapájaros (1932), Interlunio (1937), Persuasión de los días (1942) y En la masmédula (1956) que, en caso contrario a las anteriores, critican al ser, lo desnudan y observan la decadencia de su espíritu. La poesía de Girondo es un juego de antítesis, media entre la realidad y el sueño.
En esta ocasión quiero hacer un breve acercamiento sobre el universo escritural del poeta argentino. Plantear la idea de leer los textos como un efecto de transición, que veamos como el sujeto lírico expone los conflictos más desgarradores que un hombre puede cargar en su interior, llevándolo poco a poco hasta el ocaso de su existencia.
En Veinte poemas y Calcomanías los poemas nos muestran imágenes coloridas, con bullicio y asombro. El tono de la voz poética es sereno y limpio, muchas veces festivo. Estamos ante la lectura del mundo de un individuo joven, que empieza a descubrir su propósito en la vida. Este par de obras también son un pretexto para dar a conocer una poesía rebelde, que se va a caracterizar por ser desvergonzada, sin ningún rastro de pudor a la hora de hablar. Desde el prólogo que aparece en los Veinte poemas sabemos que el ejercicio poético será una colección de irreverencias y de descubrimientos:
[…]Yo no aspiro a que me babeen la tumba de lugares comunes, ya que lo único realmente interesante es el mecanismo de sentir y de pensar. ¡Prueba de existencia! Lo cotidiano, sin embargo, ¿no es una manifestación admirable y modesta de lo absurdo? Y cortar las amarras lógicas, ¿no implica la única y verdadera posibilidad de aventura? ¿Por qué no ser pueriles, ya que sentimos el cansancio de repetir los gestos de los que hace 70 siglos están bajo la tierra? Y ¿cuál sería la razón de no admitir cualquier probabilidad de rejuvenecimiento? ¿No podríamos atribuirle, por ejemplo, todas las responsabilidades a un fetiche perfecto y omnisciente, y tener fe en la plegaria o en la blasfemia, en el albur de un aburrimiento paradisíaco o en la voluptuosidad de condenarnos? ¿Qué nos impediría usar de las virtudes y de los vicios como si fueran ropa limpia, convenir en que el amor no es un narcótico para el uso exclusivo de los imbéciles y ser capaces de pasar junto a la felicidad haciéndonos los distraídos? Yo, al menos, en mi simpatía por lo contradictorio -sinónimo de vida- no renuncio ni a mi derecho de renunciar […]
Un aspecto que es imprescindible cuando se habla de Girondo es que todos estos conceptos que apuntan a la degradación tienen que ver con la poética del absurdo cotidiano, con lo inmediato que nos nutre y pudre como seres humanos. Conforme el poeta envejezca, su sujeto lírico también, nos introducirá por un viaje áspero que nos dolerá al mismo tiempo que lo gozamos.
Para la publicación de Espantapájaros ese tono colorido y limpio ahora se ha empañado. Nos da la impresión de habitar en el hartazgo, en el aburrimiento de ver y hacer siempre lo mismo. Por otro lado, en esta obra aparece por primera vez, aunque de manera secundaria el aspecto amoroso y pasional, que fungen como un alivio ante la angustia progresiva de la voz poética. De los veinticuatro poemas que componen esta obra, al menos cinco hablan de este tema. La idea principal es declarar que el amor es plenitud, pero también es un medio de dolor que vale la pena experimentar. Como ejemplos tenemos los siguientes pasajes:
Poema 7
[…]Amor con una gran M, con una M mayúscula, chorreado de merengue, cubierto de flores blancas…
Amor espermatozoico, esperantista. Amor desinfectado, amor untuoso…
Amor con sus accesorios, con sus repuestos; con sus faltas de puntualidad, de ortografía; con sus interrupciones cardíacas y telefónicas […]
Poema 17
Me estrechaba entre sus brazos chatos y se adhería a mi cuerpo, con una violenta viscosidad de molusco. Una secreción pegajosa me iba envolviendo, poco a poco, hasta lograr inmovilizarme. De cada uno de sus poros surgía una especie de uña que me perforaba la epidermis. Sus senos comenzaban a hervir. Una exudación fosforescente le iluminaba el cuello, las caderas; hasta que su sexo —lleno de espinas y de tentáculos— se incrustaba en mi sexo, precipitándome en una serie de espasmos exasperantes […]
A pesar de que se expresa el amor y la pasión notamos que la experiencia está suscrita a una imagen fuera de lo común: siniestra y onírica, que son elementos de este nuevo ambiente gris. Existe el amor pero no lo es todo, es una parte que tiende a disolverse prontamente. Espantapájaros también critica la vida intrascendente de nuestros personajes, como es demoledor el hacer cosas por sobrevivir, si el amor era un breve respiro, el matrimonio será lapidario, como el resto de las instituciones que la sociedad nos impone.
Con la publicación de Persuasión de los días el escenario es totalmente lúgubre, la nostalgia se ha adueñado de todo, no encontramos rastros de algún motivo purificador, el sujeto lírico vive entre la noche y el camuflaje. En el poema “Vuelo sin orillas” podemos leer un discurso desesperado, que camina ya sin un rumbo, que escapa de lo inevitable:
[…]Ya no existía nada,
la nada estaba ausente;
ni oscuridad, ni lumbre,
—ni unas manos celestes—
ni vida, ni destino,
ni misterio, ni muerte;
pero seguía volando,
desesperadamente.
Este poemario es la conceptualización del sufrimiento, de la angustia, todos los poemas coexisten en el mismo temor, son poemas agrios que asfixian, que arden en el alma y en su lectura. Por otro, hay que mencionar también que todo está apunto de colapsar, de ser un desastre aparente. El lenguaje y la imagen se relacionan íntimamente para dar paso a algo sublime: la rebelión de los vocablos.
Finalmente aparece En la masmédula una obra que en su esencia representa la aniquilación y la degradación del espíritu pero a su vez también es la creación de un nuevo universo, los poemas experimentan juegos de palabras, un rompecabezas de imágenes:
Mi Lu
mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y
gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
lumía.
En la poesía de Girondo lo cotidiano para dejar de ser absurdo debe destruirse, evolucionar para trascender, lo mismo pasa con la existencia: el espíritu debe adherirse al Todo para conseguirse una nueva virginidad y observar el mundo con su mirada de trasatlántico.