Entre crisis, cambios, revistas y CID: La Mtra. Trini Monroy

Yo recomiendo a mis estudiantes que crezcan y conozcan el mundo sin miedo

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¿Qué licenciatura y qué posgrado estudió?

Yo estudié la Licenciatura en Sociología en la Universidad Autónoma del Estado de México y después entré a la Maestría en Historia del arte en la UNAM. Actualmente me encuentro inscrita en la Maestría en Humanidades Digitales que oferta el Tec. de Monterrey.

¿Qué motivó a que eligiera estas las licenciaturas y posgrados?

Originalmente mi idea cuando era pequeña era ser periodista. Por ende, entré a estudiar Comunicación y en ese entonces existía el tronco básico común entre las carreras que ofertaba la facultad que eran: Sociología, Ciencias Políticas y Comunicación. Al inicio todos llevábamos materias comunes hasta que ya en cuarto semestre los grupos comenzaban a profundizar en sus respectivas áreas. Sin embargo, me empezaron a llamar la atención las asignaturas que contenían cosas de filosofía de la ciencia, de pensamiento social contemporáneo, etc., que empecé a considerar cambiarme a Sociología. Busqué el consejo de algunos profesores sobre esta decisión y me motivó que consideraran a esta licenciatura como exigente, además de que ya no le encontraba mucha gracia a la comunicación. Me llamó mucho la complejidad de la Sociología. Finalmente me cambié y creo que nunca me arrepentí de esa decisión, porque me llevó a una transformación en todos los sentidos: en mis ideas de lo que esperaba hacer y también en una visión más analítica del mundo. Después, ya cuando iba en octavo semestre tuve una crisis existencial y dejé la carrera por un año para hacer cosas de arte. En ese momento estaba un poco fastidiada de la carrera, ya que los últimos semestres se tornan pesados y es cansado estar en la misma dinámica. Entré a estudiar cosas de arte en un taller de plástica experimental donde conocí a un maestro que me introdujo a la pintura abstracta que es a lo que después me dediqué. Ahí se me abrió otro panorama. Yo había iniciado mi tesis de licenciatura sobre Filosofía de la Ciencia y cuando regresé la cambié y trabajé un tema sobre la Sociología del Arte. Era un análisis sobre la transición de los discursos del arte mexicano, de la pintura mexicana del muralismo hacia la ruptura. De ahí ya me quedé con temas de arte. Ese ha sido el camino en la licenciatura y en el posgrado.

La Maestra Trini y sus compañeros de licenciatura

¿Recomendaría tomarse un año cuando se tiene estas crisis existenciales o vocacionales?

Yo creo que en nuestro país y en nuestra dinámica no es tan fácil hacerlo como en otros países que valoran tomar este tipo de descansos para que los alumnos reflexionen sobre su vida profesional. Yo tuve la fortuna de que mi mamá en ese momento me apoyó incondicionalmente. Aunque, en este período también me puse a trabajar en las mañanas o en las tardes, después en cosas de arte; pintura y escultura ya que no quería caer en la inactividad. Yo que para mí fue una buena decisión hacer esa pausa porque regresé con otra visión. Regresé fresca, más dispuesta, enfocada a terminar la licenciatura. En la medida de lo posible, sí recomendaría a quien se sienta en esta situación y tiene la oportunidad de hacerlo que lo haga. Recuerdo que cuando comentaba esta decisión a mis compañeros muchos se sentían de maneras similares, pero no podían o no se atrevían a hacerlo. Lo cual es triste porque algunos ni siquiera terminaron los estudios o no se titularon. Entonces, creo que se debe valorar de una forma menos negativa este tipo de pausas que los estudiantes pueden necesitar durante sus años de formación profesional ya que son saludables e importantes.

¿Cómo fue en su etapa estudiantil?

Yo creo que fui una buena alumna, aunque en ese momento no lo veía tan claro. Sentía que hacía lo que podía. Había claro algunas materias que de plano no me inspiraban nada y hacía lo que podía para pasarlas. En cambio, había otras que sí me emocionaban mucho y hacían que me entregara totalmente. Sobre todo con los profesores que planteaban retos, que ayudaban a crecer de alguna forma con su experiencia compartiendo los conocimientos que poseían de una forma más cercana y no tan rígida. Recuerdo que tuve un maestro de Sociología Urbana que nos propuso llevar una bitácora para la clase. Entonces de cada lectura que hacíamos, que además eran sobre teorías de sociología de las ciudades, etc., teníamos que hacer una propuesta gráfica inspirada en dicha lectura: un mapa, un dibujo, un collage, una ilustración. Entonces a mí me pareció un gran reto y yo podía pasarme hasta las tres o cuatro de la mañana trabajando en eso. Creo que ahí empezó mi interés por el arte porque ya para octavo yo ya estaba pensando en otras cosas y decidí tomar esa pausa. Es ahí cuando uno se da cuenta de que los maestros pueden influir o determinar ciertas decisiones o caminos que tomamos los estudiantes. Yo he aprendido a valorar y aprovechar las enseñanzas de este tipo de profesores que nos retan académica y humanamente.

¿Qué docentes recuerda que la hayan marcado tanto en su vida académica como en lo personal?

Recuerdo maestros que ya casi ninguno está en la Facultad como, por ejemplo, el Mtro. Zamorano. Él nos daba Sociología Rural y era un apasionado de las cuestiones del campo. Entonces hacíamos muchas prácticas de campo, él nos enseñaba la vida del campo. Una vez fuimos a Veracruz a Tamiahua y él nos dejaba la tarea de relacionarnos con la gente de la localidad y conseguir entrevistas sobre su modo de vida. Quería que nos ganáramos la confianza de la gente y de paso que perdamos el miedo de salir al mundo. Entonces él nos hizo trabajar mucho la cuestión del campo en el sentido sociológico, antropológico y creo que al menos a las generaciones a las que nos dio clase sí nos cambió la vida por su forma de enseñar. También está el maestro que mencionaba anteriormente, Pablo Gaitán, que era un sociólogo de la UAM. Él nos proponía hacer cosas diversas y nuevas como: fanzines, cosas de cultura urbana y además nos compartía música. Él pretendía ampliar nuestra visión de lo que era la ciudad y de lo urbano. Otro profesor emblemático era el maestro Emilio Arreaga que nos daba Sociología política. Con él leíamos El capital y siempre nos dejaba lecturas muy interesantes en cuestiones de poder y de política. Recuerdo que él tenía ese humor de ironía y sarcasmo que es muy divertido. Sus clases se volvían un ejercicio analítico importante para lo que después podíamos ver en el mudo. Nos brindaba las herramientas para analizar los fenómenos, las noticias, lo que sucedía en el mundo a través de esta visión crítica y política.

¿Cuál ha sido su experiencia laboral?

Yo soy subdirectora de Bibliotecas y Publicaciones de la Secretaría de Cultura del Estado de México desde octubre del 2017, ya voy a cumplir tres años en ese cargo. Lo cual ha significado un reto muy grande para mí porque nunca había trabajado en el servicio público. Es un mundo realmente complejo y creo que continúo trabajando ahí porque precisamente el resto está en poder seguir haciendo cosas de ese punto, desde esa función que tengo ahora. Si bien anteriormente había trabajado en cuestiones de bibliotecas y archivos, ahora he tenido que involucrarme y profundizar mucho más. Yo siempre he estado vinculada al lado editorial de este campo: a las revistas institucionales y a las publicaciones periódicas de sistemas de información que tenían que ver con estas revistas. Sin embargo, esta labor que desempeño me ha enseñado sobre la parte real, administrativa y funcional de las bibliotecas y de todos los retos que tiene por delante como retos sobre todo en estos tiempos de pandemia. La idea es empezar a concebir a estos espacios públicos que son las bibliotecas como centros de comunidad cultural y no solamente como archivos de documentación. También he trabajado en consultorías para revistas académicas, y de igual manera estuve un tiempo en el área editorial de las revistas institucionales de la UAEM. Además, dirigí la Subdirección Editorial de Redalyc donde aprendí mucho acerca de el proceso y el valor de las bases digitales. Fue algo que disfruté bastante y que impulsó a que entrara al posgrado en Humanidades digitales.

¿Qué asignaturas imparte en la licenciatura de CID?

Ahora imparto Teoría de la Historia del Arte. El semestre pasado di Museología. Esas son las clases que doy regularmente desde hace casi seis años. También en una ocasión me asignaron la materia de Patrimonio documental y en otra oportunidad pude dar Publicaciones Periódicas que disfruté mucho porque es un área que me apasiona y en la que tengo mucho conocimiento y experiencia.

Con su grupo de Museología,2018

¿Cómo ha sido su experiencia como docente en la Facultad de Humanidades?

Creo que ha sido un proceso de transformación total. La verdad yo nunca tuve la intención de dar clase, no era mi ideal ya que yo más bien me veía trabajando en otras cosas. La primera vez que di clases fue hace muchos años en el 2008 para Historia. En ese entonces yo no tenía ni treinta años y me tocó enseñar un grupo de décimo semestre y me daba mucho miedo por mi falta de experiencia. Sin embargo, este tiempo que he tenido la oportunidad de estar en CID ha sido muy gratificante y siento que he crecido mucho con los alumnos. Sobre todo porque he atestiguado una evolución muy importante en la carrera que me parece positiva. Cada vez noto que las generaciones están más centradas y conectadas con la licenciatura que escogieron: con sus usos y aplicaciones en el campo laboral. Me gusta el pensamiento práctico que tiene CID, pero a la vez disfruto mucho que no dejan de lado la complejidad teórica. Me apena que el plan tenga asignaturas optativas que a mí parecer son vitales para la profesión, como Museología, ya que abren el panorama laboral y cultural a los alumnos.

A propósito de la Museología ¿Cómo se ve afectada con el contexto actual derivado de la pandemia?

Creo que en cuanto al sector cultural los museos son los que se han llevado la peor parte. Sobre todo por las medidas que deben tomarse para resguardar la salud. Si en condiciones normales costaba mucho lograr que la gente asista, en esta realidad sanitaria que vivimos la dificultad se duplica. Lamentablemente el reto que tienen los museos es el mismo que se les presenta a las bibliotecas o a los archivos. Creo que debemos empezar a plantearnos qué tienen estos espacios culturales de diferente que atraiga al público y generar proyectos desde ahí. Es difícil competir con la Internet, por ejemplo, y pienso que nuestro trabajo está en encontrar las ventajas de los espacios culturales y definir claramente las misiones de estos recintos para mantenerlos vigentes y activos en la sociedad.

Además del arte ¿Qué más le gusta?

Me gustan mucho las revistas, soy un poco obsesiva con eso. Disfruto mucho hacer cerámicas en alta temperatura y también escultura, que he retomado en estos últimos meses. Soy fan de la cerveza artesanal porque es divertido probar diferentes estilos, sabores, marcas. He estado entrando a leer muchas cosas de literatura, sobre todo ensayos, ya que he descubierto que me gusta mucho conocer el pensamiento de la gente y por eso este género me ha resultado sobre todo atractivo.

Pieza elaborada por la Mtra. Trini

¿Qué ensayo le ha gustado más?

Leí un ensayo brevísimo que me gustó mucho de Alma Guillermo Prieto sobre la adicción que tenemos a las harinas. Y lo disfruté bastante porque era sencillo y diferente. En el lado opuesto, por mis necesidades existenciales, leí un ensayo que se llama Diez posibles razones para la tristeza del pensamiento de George Steiner que me voló la mente. Creo que este es uno de los ensayos que me ha impactado más últimamente porque es hermosamente triste.

¿Cuál es su animal favorito?

Los gatos porque envidio su libertad, su indiferencia. También admiro la incondicionalidad de los perros, en casa tengo tanto gatos y perros, pero no puedo dejar de envidiar un poco esa intermitencia de la personalidad que tienen los gatos.

¿Superhéroe o villano?

Tengo prejuicios con los dos porque creo que los superhéroes son muy ñoños, pero a la vez me siento mal de apoyar a un villano. En todo caso me quedaría con los villanos.

¿Con cuál?

El primero que se me viene a la mente, sobre todo porque mi hijo ve muchas películas de Batman, es el Guasón. Me impactó la última película de este personaje. Por otro lado en la película de Lego de estos personajes, me gusta mucho como resultar ser que el villano es Batman y el Guasón es como el héroe, lo cual nos demuestra que no todo es tan dual, ni completamente blanco o negro.

¿Qué obras literarias y cinematográficas considera que son imperdibles?

 Creo que siempre hay momentos distintos para obras distintas. No creo en esa idea de que todos tenemos que leer o ver algo simplemente porque que “debemos” hacer, como pasa con el Quijote o con el Ulises de Joyce. Soy más de la idea de que tenemos que leer cosas que en su momento sentamos la necesidad de acercarnos a ellas. Por eso no podría recomendar algo así tan cerradamente. Por ejemplo, no creo que lo que disfrutara hace veinte años es lo mismo que disfrutaría hoy. Es el caso de Rayuela de Julio Cortázar que cuando lo leí me cambió la vida en su momento y aunque lo considero como mi libro favorito no sé si en este punto de mi vida lo recomendaría. Pienso que un libro se trata sobre lo que estás viviendo. No creo tanto en lo imperdible, sino en lo que me ha marcado como Cortázar o otras obras de literatura latinoamericana que me han mantenido y ayudado a crecer. Soy malísima para el cine, casi nunca recuerdo los nombres o los autores. Y de igual forma tengo presentes solamente aquellas que siento que me han marcado como una película danesa que se llama Reconstrucción y otra chilena que tiene por título La vida de los peces. También tengo que decir que no me gustan las adaptaciones cinematográficas de obras literarias porque siempre he tenido la impresión de que nos quedan debiendo.

¿Si su vida fuera una película qué título llevaría?

Creo que la constante en mi vida ha sido siempre la búsqueda por el cambio, por buscar experimentar cosas nuevas. Entonces sería algo como Ensayo de la vida.

¿Cuál es su platillo favorito y por qué?

Definitivamente es el mole de olla porque cumple con varios requisitos que me gustan de la comida que me hacen sentir bien. Yo sí creo que cuando uno se siente mal o está triste lo mejor es un caldo. Entonces el mole de olla tiene esa virtud de ser un caldo que no es necesariamente muy picoso como otros chiles y, además, me gustan mucho los elotes. Es como una combinación perfecta para mí porque también disfruto mucho la carne de res y el mole de olla me consciente porque junta todas estas cosas que me gustan. Mi mamá me hacía mucho este platillo cuando se lo pedía, aún lo hago ocasionalmente, y ahora en esta pandemia uno de los logros que tuve fue poder hacerlo yo misma y me quedó bien.

¿Algún consejo para sus alumnos y alumnas?

Yo creo que es muy importante perder el miedo a vincularse con personas de diferentes lugares o de otros espacios. A veces nos gana el miedo o la pena y es algo que es necesario y positivo para la vida. Hay que trabajar en esas relaciones con otros profesionistas o con gente diversa que nos puede ayudar a crecer y aprender cosas nuevas. Y resulta difícil, por mi trabajo en la Feria del libro he tenido que escribir a muchos desconocidos de diversas latitudes e invitarlos a participar en las actividades y me ha costado, pero aún así destaco lo importante que es tener esa habilidad para perder el miedo y conocer el mundo. Viajar también es algo que me parece fundamental como estudiantes, a pesar de todas las limitaciones que tenemos en nuestro contexto contemporáneo. Yo recomiendo a mis estudiantes que crezcan y conozcan el mundo sin miedo y que aprovechen la facilidad de conexión que les brinda la tecnología.

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