Por: Jorge Gallarza
Hablar de Jaime Sabines es rememorar a uno de los poetas más importantes de la literatura mexicana; su obra poética habla de temas como el amor y la muerte, la nostalgia y el tiempo. Horal (1950), La señal (1951) y Tarumba (1956) son títulos indispensables en nuestra biblioteca, sin embargo, la editorial Joaquín Mortiz ha coleccionado todos sus textos en Recuento de poemas (1997).
Cuando leemos a Sabines debemos tener en claro que la poesía amorosa es más que eso, no es la simple exaltación de la ternura y el deseo, debemos mirar más allá, a través de las fronteras de la fascinación y el dolor. Una propuesta constante en Horal es la añoranza del tiempo que se ha ido mientras se quiere y se entrega al otro en cuerpo y alma. Veamos algunos ejemplos. En el poema “El día” leemos los siguientes versos:
Amaneció sin ella.
Apenas si se mueve.
Recuerda.
(Mis ojos, más delgados, la sueñan.)
¿Qué fácil es la ausencia?
En las hojas del tiempo
esa gota del día
resbala, tiembla.
No es gratuito que el poemario se llame así, hay testimonio del tiempo perdido y del amor ausente, en el poema “Yo no lo sé de cierto” esta idea tiene más sentido:
Yo no lo sé de cierto, pero supongo
que una mujer y un hombre
un día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.
El tiempo destruye a los enamorados, los agota y absorbe en el mismo lecho. El sujeto lírico recuerda y se duele, desde un punto de vista como testigo lamenta la costumbre y el conformismo de los que se aman. En el poema “Sitio de amor” la invocación amorosa y la añoranza siguen presente:
Sitio de amor, lugar en que he vivido
De lejos, tú, ignorada,
Amada que he callado, mirada que no he visto,
Mentira que me dije y no he creído:
En esta hora en que los dos, sin ambos,
A llanto y odio y muerte nos quisimos,
Estoy, no sé si estoy, ¡si yo estuviera!,
Queriéndote, llorándome, perdido.
El sujeto lírico sufre, se agota en sus palabras para decirnos que la distancia es cruel y asesina, en este caso el recuerdo no es reconfortante sino todo lo contrario, es áspero y aniquilador. Mas adelante en el mismo texto sentencia: “En ti creció mi corazón. / En ti mi angustia se hizo. /Amada, lugar en que descanso, / Silencio en que me aflijo”, la remembranza del otro es un arma de doble filo.
En Horal también está coleccionado el poema “Los amorosos” que para muchos es considerado el texto insignia de Sabines, la gente lo disfruta y se encomienda a él religiosamente y no es gratuito, sucede que en esos versos se reúnen todas las invocaciones que hemos hecho sobre el amor y la nostalgia. El poema lejos de ser un himno para los enamorados es una sentencia de que el amor por sí solo no basta y que buscamos diariamente cualquier situación que nos sorprenda para no aburrirnos en nosotros. Veamos algunos ejemplos:
Los amorosos buscan,
los amorosos son los que abandonan,
son los que cambian, los que olvidan.
La insistencia de descubrir nuevos escenarios es fundamental para que el amor subsista, se renueve y sobreviva. El poema plantea la idea de que la cotidianidad es la causa de que el núcleo amoroso se rompa y se destruya, entonces el miedo es una constante en las relaciones, se encuentra presente:
Los amorosos no pueden dormir
porque si se duermen se los comen los gusanos.
En la oscuridad abren los ojos
y les cae en ellos el espanto.
Encuentran alacranes bajo la sábana
y su cama flota como sobre un lago.
A causa de esto los amorosos han buscado alternativas desesperadas, se plantean escenarios de inmunidad:
Los amorosos juegan a coger el agua,
a tatuar el humo, a no irse.
Juegan el largo, el triste juego del amor.
Nadie ha de resignarse.
Dicen que nadie ha de resignarse.
Los amorosos se avergüenzan de toda conformación.
El amor es locura, desenfreno, sin embargo, también es un juego de inteligencia y permanencia, el sujeto lírico lo advierte, es triste y largo, tiende a volverse inquietante y monótono. El poema concluye con estos versos:
Los amorosos se ponen a cantar entre labios
una canción no aprendida,
y se van llorando, llorando,
la hermosa vida.
Los amorosos lloran el tiempo, la añoranza, el mismo amor, el deseo, la costumbre. Estos temas serán recurrentes en el desarrollo de la obra de Sabines, todos los poemas de esta índole son ambivalentes, van de la mano con la luz y la oscuridad, siempre a un mismo sitio. La poesía contemporánea nos ha regalado a grandes autores que abordan las cuestiones amorosas desde una perspectiva interesante que se deslinda de lo bello, la escriben dolorosa y aniquiladora.