Tirano Banderas: el lenguaje americano

Por: Rafael Mazón Ontiveros

Ramón María del Valle-Inclán, uno de los escritores españoles más importantes de inicios del siglo pasado, representante principal del modernismo literario dentro de España, integrante de la llamada “Generación del 98” junto a Unamuno, Azorín o Baroja, es el autor de esta magnífica novela titulada Tirano Banderas: novela de tierra caliente. La ya mencionada “Generación del 98” fue la encargada de iniciar la renovación de las formas narrativas en suelo español, originando novedosas estructuras novelísticas, siguiendo los aires de experimentación que arrasaron Europa durante las primeras décadas del siglo pasado gracias a escritores como Joyce, Woolf o Faulkner en las letras inglesas; Proust o André Gide en territorio francés; como Thomas Mann, Kafka, Rilke y Schnitzler, hablando de literaturas alemanas; Italo Svevo, Federigo Tozzi y Luigi Pirandello (autor con el que el propio Unamuno se comparó en varias ocasiones) en Italia; el Proust rumano, Camil Petrescu; o la generación denominada la “Edad de plata” en las letras rusas, donde sobresalen nombres propios como los de Sologub, Valery Bryusov, Merezhkovski, Bunin y Andrei Bely.

El escritor español se encontraba en México por aquella época, y en una carta dirigida a Alfonso Reyes, menciona que se encontraba escribiendo una novela americana. Publicada como libro en 1926, se la considera una de las obras canónicas de la literatura española del siglo XX. Cumbre del esperpento, el cual es una forma literaria acuñada principalmente a la producción artística de Valle-Inclán, basado en la deformación sistemática de la realidad, recargando sus rasgos más grotescos y absurdos, explotando artísticamente un lenguaje coloquial y desgarrado, en el que abundan expresiones cínicas y jergales. Precisamente el aspecto lingüístico de la obra es el que creo le otorga la categoría de “clásico” al texto: asistimos a una obra en la cual se aglomeran, en un mismo lugar, expresiones coloquiales, modismos americanos y giros lingüísticos de distintos países hispanoamericanos, como México, Argentina, Uruguay, Paraguay, etcétera. Por eso es que uno de los trabajos críticos más importantes dedicados al estudio de Tirano Banderas se llama precisamente “El lenguaje americano”, cuestión que decidí recuperar para titular esta pequeña reseña.

Y la aglomeración no se queda únicamente en el aspecto del lenguaje, pues también se mezclan en la obra varios tipos de monedas, provenientes de diversos países del orbe hispanoamericano. La novela se ubica en la imaginaria República de Santa Trinidad de Tierra Firme (terreno mítico, mágico e imaginario que parece anticipar el advenimiento de la Macono de García Márquez, la Santa María de Onetti, o la Comala de Rulfo) en la cual asistimos a los actos tiránicos y crueles del dictador militar Santos Banderas, hasta el momento de su derrocamiento en manos del pueblo indígenas, así como de militares que lo traicionan, hartos de sus desmesuras sangrientas.

En realidad, el argumento de la novela es bastante simple, aunque fragmentario, y se puede dividir en tres partes: la introducción, en donde vemos a un grupo de indígenas y criollos rebeldes realizar una serie de preparativos para derrocar al tirano; posteriormente, hay un salto temporal al pasado inmediato en el cual apreciamos la caída en desgracia del Coronelito de la Gándara, hombre de confianza del dictador, así como de su fuga una noche de farra y los intentos realizados para intentar capturarlo; finalmente, el golpe de estado realizado para derrumbar la dictadura. Obviamente, a lo largo de este llano acontecimiento, encontramos una riqueza esperpéntica de diversos personajes, conectados en mayor o menor medida con el próximo derroque de Banderas, así como de varios fragmentos en los que se narran los excesos, las costumbres personales y los hábitos del tirano. Y otra cosa interesante a tener en cuenta, es la manera en que Santos Banderas engloba características de varios dictadores americanos reales, de carne y hueso, como del mexicano Porfirio, el paraguayo Doctor Francia, el argentino Rosas, el boliviano Melgarejo, entre otros. Además, creo que inconscientemente, Valle-Inclán introduce en Santos Banderas rasgos del próximo dictador español: Francisco Franco.

La novela está conformada por varios y pequeños fragmentos, así como de muchos diálogos entre diversos personajes, lo cual le otorga una lectura amena y sencilla, a pesar del barroquismo del lenguaje. La importancia literaria de Tirano Banderas es que es la primera piedra de una forma novelística fundamental para la literatura hispanoamericana del siglo XX: la novela del dictador. La novela del español Valle Inclán inaugura una línea que seguirán Vargas Llosa, García Márquez, Carpentier, Francisco Ayala (otro escritor español que se interesó por la novela del dictador en Muertes de perro), y que llegaría a su cumbre, a su cenit con El señor presidente de Miguel Ángel Asturias y Yo, el supremo de Roa Bastos. Imprescindible su lectura.

A %d blogueros les gusta esto: