“El infierno rojo: Un día en la vida de Iván Denísovich

Por: Rafael Mazón

Generalmente, dentro de las aulas en donde se imparten clases sobre literatura, al hablar sobre letras rusas normalmente sobresalen nombres propios de autores del llamado Siglo de Oro, es decir, la producción literaria del siglo XIX: Dostoievski, Tolstoi, Pushkin, Lermontov, Chejov, Turgueniev, Goncharov. Por lo menos así sucede cuando se realiza una licenciatura en letras estando en México, como es mi caso. Este fenómeno, complejo sin dudas, probablemente es resultado directo de la fuerte censura y represión que impuso el Régimen Soviético stalinista sobre cualquier manifestación cultural o artística. Cuando los bolcheviques llegan al poder, paulatinamente se impondría un movimiento artístico hegemónico, que todo artista debería seguir si quería ver su obra publicada: el realismo socialista, iniciado por la novela La madre de Gorki (considerado uno de los pilares fundamentales de la mencionada corriente), y llevado a su apogeo por Nikolai Ostrovski en la obra Así se templó el acero y por Mijaíl Sholojov, ganador del Premio Nobel, en su descomunal, ambicioso proyecto literario llamado El Don Apacible.

Los artistas del realismo socialista tenían una calidad de vida increíble; protegidos y difundidos desde el estado, no tenían ninguna otra preocupación que seguir creando obras de este estilo. Por otra parte, los demás, los autores llamados exiliados internos, concepto que se refiere al artista que no logra salir del territorio de la URSS, pero que se mantiene opuesto al régimen a pesar del peligro que esta actitud implicaba viviendo ahí, deben buscar maneras clandestinas para publicar su trabajo. Las samizdat eran estas publicaciones prohibidas por el régimen soviético, así como por los posteriores gobiernos comunistas de Europa Oriental, que veían la luz desde la clandestinidad y que su posesión podría significar la muerte para el poseedor, así como para el autor. Hoy denominamos como clásicos a varios autores publicados gracias a las samizdat, así como a obras que fueron publicadas en países extranjeros occidentales, y que verían la luz en Rusia varias décadas después: Pasternak, Vasili Grossman, Platónov, Bulgákov y, obviamente el autor del que hablaré en este texto, Alexandr Solzhenitsyn.

Ganador del Premio Nobel de Literatura en 1970, Solzhenitsyn tuvo que esperar el momento indicado para huir de la URSS; podría recoger su premio hasta 1974, cuatro años después de haberlo ganado. Escritor anti-comunista, nostálgico del zarismo,  pasó diez años encerrado en un Gulag después de haber participado en la Segunda Guerra Mundial luchando en el ejército rojo, siendo acusado, sin algún fundamento, de ser espía de los nazis, igual que Shújov, protagonista de la novela Un día en la vida de Iván Denísovich. En esta pequeña novela, de apenas doscientas páginas, presenciamos las vicisitudes a las que se enfrenta un prisionero común de Gulag, mientras se debate para continuar con vida físicamente, pero también, y principalmente, espiritualmente; a lo largo de las páginas del texto, vemos a lo esencial del alma humana luchar por sobrevivir y mantenerse pura frente al sufrimiento, a la humillación, a la vejación, a la degradación del ser humano. Son innumerables las razones que llevaban a este gran escritor ruso a enfrentarse al cruel régimen soviético, pero sobresalto dos cuestiones por encima del resto: la primera la acabo de mencionar, mientras que la otra es el devoto y hondo fervor cristiano ortodoxo del autor, circunstancia apreciable si se lee la obra entre líneas, pero también con una lectura superficial.

No se podría esperar otra cosa de un escritor con aspecto de sacerdote ortodoxo, calvo y de luenga barba canosa. El mismo Solzhenitsyn, ateo durante su juventud comunista, menciona en cierta ocasión que una de las principales razones por las cuales él logra sobrevivir al Gulag, es porque se dedica a predicar pasajes de las sagradas escrituras, lo que lo llenaría de fuerza para aguantar el trance. Lectura obligada para adentrarse en el universo literario del autor de Archipiélago Gulag.

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