Los riesgos del pensamiento “sencillo”

Por: Alex Haro

A pesar de que a mucha gente no le gusta la distinción entre literatura artística y literatura “basura”, pues la acusan de ser elitista, me parece muy importante entender cómo diferenciar a la una de la otra. De forma especial, siento que es fundamental entender esto sobre todo en nuestros tiempos, ya que los mensajes promulgados por la última están siendo replicados de formas tan diversas como peligrosas.

Seamos claros: la mayoría de personas entiende por literatura “basura” los libros de superación personal. Tras analizar un par de estos títulos, no es de sorprender esta reacción. Sin embargo, antes de dar mi opinión al respecto, me parece crucial establecer una sentencia: si a ti, querido lector, te gustan esos libros, ¡no tiene nada de malo! No te hace mala persona, o menos inteligente, ni reduce tus capacidades lectoras en lo más mínimo.

Ahora sí, ¿cuál es el peligro que encierran los libros de superación personal? Simple: tienden a infundir en la gente el pensamiento “fácil”. La idea de estos textos es, siempre, ayudar a las personas a resolver sus problemas y aprender a vivir mejor. Podrían entenderse como pequeños manuales para la vida, y Dios sabe que todo ser humano necesita una guía en algún punto de este camino tan complicado.

No obstante, luego de leer más de dos libros de este tipo te das cuenta de algo muy claro: todos esos títulos repiten, sin falta, las mismas formulas simplonas. Y, cuando este tipo de pensamiento se replica en distintas obras, da la idea, totalmente errónea, de que todos los problemas en la vida se solucionan siguiendo una lista infalible de consejos, sin tomar en cuenta ninguna variable de las personas que los puedan recibir.

¿Quieres ganar dinero? ¡Sal a trabajar desde muy temprano! Conoce gente con tus mismas motivaciones y emprende negocios que te sean redituables en poco tiempo. ¿Padeces depresión, ansiedad o alguna enfermedad mental? ¡Acércate a Dios (o la astrología, los números, la angeloterapia o derivados)! Haz yoga, aprende a tocar un instrumento. En resumen: deja de estar triste. ¿Tienes miedo del futuro? ¡Vive el hoy! Carpe diem, no hay mejor momento que el de ahora, por algo se le llama presente.

Estoy seguro de que si has leído por lo menos un libro de este estilo habrás encontrado una frase de las anteriores, o líneas muy similares a ellas, al menos. El enorme riesgo que presentan los libros de superación personal es que perpetúan la idea de que todo en la vida depende del esfuerzo que la gente coloque en sus tareas diarias sin, repito, tomar en cuenta nada más allá de eso. Generalizan, muy a la ligera, la vida de todas las personas como si cada una fuera idéntica a las demás.

En otras palabras, los libros de superación personal son para la literatura lo que el coaching es para la psicología. Dan respuestas fáciles, caminos cortos, atajos coquetones, pero todas sus ideas se construyen sin fundamento alguno. Esta clase de textos propagan la meritocracia, y llevan a la gente a ideas simplonas como: “el pobre es pobre porque quiere”, “no ocupo psicólogo porque correr es mi terapia”, “cualquier persona puede hacer lo que sea siempre y cuando se lo proponga”, etcétera.

Estas ideas, después, son llevadas a la sociedad y provocan daños colaterales de un valor incalculable. Ese es, precisamente, mi problema con los libros de superación personal, que te dan respuestas masticadas, como si el autor dijera: “mira, pobre tontito, yo que lo sé todo te voy a enseñar cómo vivir y solucionar cuanto problema se te atraviese. Ah, pero eso sí, si por alguna razón fallas recuerda que es tu culpa por no haberle echado las suficientes ganas”.

Por otro lado, las grandes obras de arte literaria enseñan a la gente a ponerse en los zapatos del otro, a pensar desde una perspectiva distinta a la propia, con realidades y características diferentes a las que el lector padece, ¡y eso que ni siquiera es su objetivo principal! La literatura, como me he cansado de repetir en esta columna, promueve la empatía entre la gente. Y esto sí nadie me lo puede negar: hoy en día necesitamos mucho más la voluntad de entender al otro antes de dar palmadas en la espalda en un afán eterno de “echaleganismo”.

Lo peor de todo, creo yo, es que los autores de los libros de superación personal no se dan cuenta del grave peligro que conllevan sus palabras. A mi parecer, es porque ni siquiera lo hacen con mala intención. Como dije al principio, esos textos siempre buscan ayudar al otro, o eso me gusta pensar para no manchar mi mente con ideas de producir dinero. No obstante, la mayoría de ellos carecen de información veraz a nivel psicológico y, sobre todo, filosófico, por lo que sus ideas están completamente vacías de fundamentos lógicos sólidos.

Como yo mismo he dicho hasta el cansancio, porque la lección la aprendí a punta de zapes (como casi todo en la vida): si no sabes de un tema, lo mejor es no opinar al respecto. De lo contrario, corres el riesgo de decir una tontería, insultar o lastimar a alguien sin intención o, en el caso de los libros de superación personal, perpetuar ideas dañinas.

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