
Para cerrar con estas columnas en las que hablamos de algunos importantes dramaturgos clásicos, y abarcamos dos importantes periodos: El siglo de oro español con Lope de Vega y el isabelino inglés con William Shakespeare, hablaremos del neoclásico francés y de su más grande representante en la literatura dramática: Molière.
Jean-Baptiste nace en París un 15 de enero de 1622, como el hijo de un tapicero real pasó su juventud en barrios de alta alcurnia de la ciudad francesa. De joven estudiaría y se licenciaría en derecho, pero más tarde, supliría a su padre en el oficio.
Sin embargo, su verdadera pasión se encontraba en el teatro, la actuación, la literatura e incluso, la dirección, y aunque desde 1643 intentaría cosechar el éxito en el medio artístico, este se hizo esperar, pues quince años de giras medianamente decentes en pequeñas compañías que buscaban salir a flote serían pues, la realidad del dramaturgo.
Pero un genio de este calibre no podía quedarse para siempre las sombras. Fue en 1658 cuando gracias al favor del príncipe Felipe I y hermano de Luis XIV, que tuvo la oportunidad de presentarse ante la realeza con una de sus farsas originales, la cual le empezó a valer gran fama, pero más importante, el favor del rey.
Es a partir de este momento cuando su carrera fluye hasta crear los grandes éxitos que hoy en día podemos ver representados en muchos teatros alrededor del mundo, el legado literario de Molière ronda las veinticinco obras, en muchas de las cuales también actuaría.
Entre sus obras más importantes se encuentra la más temprana de ellas y que sigue generando un importante discurso contra los aires de grandeza de las clases medias altas: Las preciosas ridículas, Tartufo obra con la que lanza un poderoso mensaje sobre las malas intenciones de la personas que sólo buscan poder y comodidades a base de engaños y falsa devoción, El Misántropo obra que se dice, fue creada en un momento desdichado en la vida del autor, narra la historia de un hombre con un terrible odio por los humanos y que se enamora de una joven en la que se encarnan todos los “vicios” que para él son despreciables. Su último éxito El enfermo imaginario, en el que se narra la historia de Argán; un hombre que se cree muy enfermo y requiere de la asistencia constante de un médico, mismo que lo estafa por mucho tiempo. La hipocondría de Argán es tan seria que está dispuesto a casar a su hija con el hijo del médico para tener a un doctor siempre dispuesto para él.
Sin duda alguna, Molière tuvo un increíble talento para poner a la vista del mundo los vicios y conflictos sociales de la Francia del siglo XVII de una forma tan cómica e irreverente que sus obras consiguieron gran éxito en su época. Y aunque, estas también le valieron muchos detractores que intentaron censurar y criticar sus obras, para el autor, este fue el pretexto perfecto para utilizar su talento en burlas en contra de aquellos que lo criticaron.
Además de su gran legado literario, Molière nos dejaría tradiciones teatrales como la superstición del color amarillo, misma en la que se presagia mala suerte para el actor que use en escena un vestuario de este tono. Esto, a raíz de que el famoso actor y dramaturgo Molière muriera horas después de realizar la última interpretación de su obra El enfermo imaginario usando un vestuario amarillo. Una muerte bastante irónica para alguien que fue hipocondriaco, y que, además, sentía gran repulsión por los médicos.
Con una corta pero abundante vida artística, Molière asegura un lugar dentro del patrimonio de la humanidad.
Así que cuéntame, ¿qué obra de Molière es tu favorita? y ¿A cuál de nuestros tres dramaturgos clásicos prefirieres?
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