
¡Ah, las ferias de libros!, (léase con la misma voz de fondo que nos presentaba a Fondo de Bikini). Un espacio lleno de magia, diversión, gente maravillosa y, sobre todo, ¡libros! Qué oportunidad tan sensacional de esparcir la literatura entre propios y extraños. Pero la fantasía dentro de estos espacios va mucho más allá de lo evidente a simple vista: una serie de “tienditas” que venden textos.
Las ferias de libros, en muchas ocasiones, terminan siendo un pulmón, o un respirador artificial en el peor de los escenarios, para la industria editorial. Seamos tan claros como nos sea posible: al final del día, el mundo del libro y la literatura también es un negocio. Sí, a los artistas y lectores nos encantan las letras y nuestra pasión por ellas supiera cualquier otra variable en la ocasión… Sí, pero también necesitamos comer, y para eso se requiere dinero.
El impacto económico de la pandemia también afectó a la industria editorial, y las ferias de libros son el pretexto idóneo para reactivar el mercado de la literatura. En estas pequeñas convenciones hallamos de todo: pequeñas editoriales que buscan sobrevivir a uno de los años más complejos de la historia, escritores emergentes intentando desarrollar su producción artística y presentaciones variadas de distintas disciplinas que atraen a una enorme variedad de público.
En resumen, para cerrar esta breve reflexión, las ferias de libros son la oportunidad perfecta para regocijar a los lectores y envolverlos en la suavidad de las páginas. ¡Larga vida a las ferias, larga vida a las letras!
Deja una respuesta