El teatro académico

Por: Diana Hernández

Existen muchas preguntas que se le harán a una persona que se dedica a las artes, algunas de ellas son por curiosidad, otras más por interés, otros por molestar y el resto por tradición: “¿De qué vas a vivir?”, “¿Ese es tu trabajo real?” “¿Tienes otro trabajo?”  Y la más común: “¿Eso se estudia?”

Y bueno, es claro que, para cada una de las bellas artes existen estudios universitarios, desde licenciaturas, diplomados, certificaciones y talleres, hasta posgrados. Algunas de estas se ofertan en universidades públicas, con lo que sus costos son mucho más accesibles, sin embargo, también existe una gran cantidad de profesionales que se han formado en instituciones privadas, por lo cual podemos decir que la inversión de un artista no sólo es física, mental, y emocional, sino también económica.

Esta situación no es exclusiva de un estudiante de artes, todas las disciplinas, todas las profesiones requieren de una inversión similar, pero la mayoría de estas no serán tan cuestionadas como las artes, por esta razón este cuestionamiento es el que, en lo personal, más molesta y lastima.

Dejando de lado esta crítica personal y necesaria, entremos de lleno al tema que nos atañe: el teatro académico. Y es que, cuando vemos una obra de teatro, en general, estamos observando a actores profesionales en escena interpretar a personajes que por alrededor de noventa minutos nos llevarán a recorrer situaciones y peripecias que, en el mejor de los casos, nos conducirán a una catarsis. En esta situación damos por hecho que el producto escénico está creado específicamente pensando en el espectador. 

Pero como todo en esta vida, el actor profesional requiere de un tiempo de práctica, de un espacio en el cual pueda terminar de desarrollar las habilidades necesarias para lograr un trabajo de calidad, este espacio es precisamente el del teatro académico. Este es un lugar seguro para el actor en formación, está hecho pensando específicamente en que el alumno tenga la oportunidad de desenvolverse y desarrollarse de manera integral, y que, además tenga la oportunidad de experimentar y probar cosas a base de prueba y error, pues usualmente los textos utilizados para este propósito suelen estar dirigidos a un público más específico, en principio por la duración de estos, mismos que suelen rondar entre los noventa minutos hasta los 180.

El teatro académico no está pensado en ser un espectáculo redituable per se, sino que busca que los alumnos desarrollen habilidades específicas, y en general esta búsqueda se centra en el desarrollo de diferentes estilos de actoralidad que brindan al actor una mayor capacidad histriónica y versatilidad; por lo que en el teatro académico es común encontrar propuestas tremendamente distintas conviviendo en un mismo espacio.

Por poner un ejemplo, en nuestra ciudad dentro de la UAEMex existen dos espacios destinados al teatro académico: el foro experimental Raúl Zermeño Saucedo y el foro teatral Alberto Salgado Barrientos, ambos ubicados dentro de las instalaciones de la Facultad de Humanidades, en estos dos espacios es común encontrar año con año alguna propuesta de estilo, ya sea barroco, neoclásico o isabelino, propuestas de realismo latinoamericano o extranjero y alguna obra al estilo de las vanguardias del siglo XX, todas ellas conviviendo en tiempo y espacio.

Es importante mencionar que estas obras no están pensadas para ser una experiencia para el espectador, sino que están elegidas cuidadosamente por un director que además funge como maestro, para las necesidades del grupo de alumnos.

Ahora, pareciera entonces que el público queda relegado a un segundo grado, pero no es así, en este caso el espectador se convierte en parte totalmente activa del proceso de formación del futuro actor profesional, pues nada de lo anterior tendría sentido si estas propuestas académicas no tuvieran un público dispuesto a presenciar y acompañar a los alumnos en este importante proceso.

Para el actor en formación el momento de confrontarse al público es siempre el más importante y esperado, dirigir toda la energía que durante meses reunió frente a un grupo de personas, frente a unos ojos atentos, a unos oídos expectantes, a unos corazones abiertos y no sólo a un montón de butacas vacías es, sin miedo a equivocarme, el momento en que todo el esfuerzo invertido vale totalmente la pena.

El teatro académico tiene sus peculiaridades, pero les aseguro que, si se dan la oportunidad de acercarse a él, estarán viviendo una experiencia sin igual, en la que no sólo descubrirán un producto escénico, sino que serán parte del proceso de aquellos que se encuentran luchando por sus sueños.

Actualmente el teatro académico de nuestra máxima casa de estudios se encuentra activo y les aseguro que después de la situación que hemos atravesado, los actores en formación estarán sumamente agradecidos de recibirlos nuevamente en las salas.

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