
Siempre que trato de propagar el gusto por la lectura, generalmente cuando estoy dando clase de Literatura a un nuevo grupo de alumnos, hago énfasis en cómo las artes hacen que las vidas de las personas sean mucho más gozosas. A partir de la lectura, los humanos nos enamoramos, reímos, lloramos, sufrimos, gritamos y nos emocionamos, recordando cada minuto que la vida, como la Literatura, están en constante cambio y que, ese detalle precisamente, hace de las experiencias un auténtico goce pleno y absoluto.
La literatura nos recuerda que estamos vivos pues, al igual que nuestro tiempo en la tierra, el libro tiene un inicio, un desenlace y un final llenos de pasión. Alguna vez mi papá me dijo que la vida vale la pena, justamente, porque es fugaz. “Solo cuando estamos cerca del fin apreciamos por completo todo lo que hemos vivido”. El hombre vive poco, pero debe vivir intensamente.
Sin embargo, ¿qué ocurre cuando el lector no está triste, ni enojado o feliz, sino que, simplemente, siente hastío? ¿Qué pasa cuando el hartazgo de la vida es lo que nos lleva a abrir la ventana de un mundo literario? Pues me parece que es aquí cuando la Literatura tiene más que ofrecer a las personas.
Como todos aquellos que, penosamente, hayan pasado por cuadros de depresión muy intensos no me dejarán mentir, los pensamientos suicidas pueden contrarrestarse al recordar todo aquello que hace de la vida una experiencia maravillosa. Decía Borges: “leemos para ser felices, y la felicidad no debería ser obligatoria”.
Por eso, a mis alumnos, cuando les digo que estoy plenamente enamorado de la Literatura, y les aseguro que tengo una enorme deuda con ella, no les miento. Las letras han estado para mí en los mejores y peores momentos de mi experiencia, recordándome que, siempre que lo necesite, ahí estará una frase, historia, personaje o libro que me recuerde el para qué estamos vivos.
“Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana. Y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio y la ingeniería son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo y el amor son las cosas que nos mantienen vivos”. Si entendiste la referencia, te quiero mucho.
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